Bienvenidos de nuevo a la cita de todos los sábados con el hilo turras tras el paréntesis estival. Hoy hablaremos de Taylorismo de mierda. Dicebamus hesterna die...
Obviamente, ahora mismo el backlog de #preguntaalrecu anda por el centenar de temas, pero he seguido una regla de oro siempre con los hilos turras: Escribo de lo que me apetece escribir, y sobre lo que me apetece profundizar.
No es un trabajo, es una especie de terapia colectiva. He tenido un par de interacciones relativas al taylorismo de mierda y he decidido hablar del asunto.
Aquí, en Linkedin, al hilo de un comentario de Ritson al hilo de un framework estándar sobre el funnel de entrada y yo hablando de otro escenario, la segmentación:
Y aquí desde twitter, al hilo de la inutilidad absoluta de las dietas de fotocopia, que llama @gemagoldie :
El hilo turras vuelve mañana y hablaremos de taylorismo de mierda.
Para los no familiarizados con el término, el Taylorismo es el conjunto de enseñanzas derivadas del trabajo de Frederick Taylor:
Taylor realizó amplios estudios sobre las interacciones entre los trabajadores y sus herramientas. En 1911, escribió Los principios de la gestión científica, alegando que la gestión sistemática era la solución a la ineficiencia.
De aquí derivaron un montón de cosas, desde la producción en cadena, a la ciencia de la Administración de Empresas. En general, todo lo relacionado con la optimización y la mejora de las tareas operacionales.
Obviamente, desde el ángulo personotécnico yo ya vengo bastante tocado contra este tipo de aproximación:
Y también desde el ángulo de los ERPs y mis problemas con la plataforma mágica, que he tenido siempre problemas con ella, como bien sabéis los más viejos del lugar:
En el hilo turras de hoy hablaré de una pregunta que nos llegó a #preguntaalrecu sobre mediocridad de rebaño y la plataforma mágica. https://twitter.com/Roi_Arias/status/1321047434127155200…
Porque en lugar de usarla como palanca multiplicadora de fuerza en la aplicación de una estrategia en el fondo se ha usado como un reductor de incertidumbre poco menos que esotérico. La plataforma se encargará de ello.
De hecho, llego al complex problem solving desde la avulsión que me producen las soluciones de plantilla a los problemas necesitados de solución particular:
Sin embargo, todos estos feelings míos no cristalizaron de una manera clara en algo a combatir hasta que obviamente, un libro me hizo unir los puntos a posteriori, Jobs dixit.
Mi introducción al Taylorismo de mierda vino por un libro imprescindible, miembro de la academia de las ciencias del CPS, que es el clásico de Matthew Inman:
El filósofo y ex-consultor Matthew Stewart nos guía a través de los muchos mitos que mantienen la industria de la consultoría de gestión.
Stewart deconstruye a los gurús modernos como Michael Porter, Tom Peters y Jim Collins mostrando que, en principio, sus consejos son banales en el mejor de los casos (por ejemplo, "Reúne al mejor equipo" -Jim Collins en Good To Great-), disparatados en el peor (por ejemplo, "Sé…
…un líder de 'nivel 5'" -Jim Collins en Good To Great-) y, en última instancia, no pueden demostrarse ni verdaderos ni falsos (por ejemplo, las ideas de Porter sobre la estrategia).
Matthew Stewart optó por escribir el libro en dos relatos paralelos que presenta en capítulos alternos. La primera historia relata la experiencia personal del autor en una consultoría de gestión sin nombre (En realidad Mitchell Madison Group y su transición a Marchfirst).
Stewart se burla del proceso de contratación, cuestiona la utilidad del título de MBA (el autor y muchos miembros del personal de la agencia tienen títulos no empresariales) y de la consultoría en general.
Relata el descenso de la empresa hacia las luchas internas y el conflicto que presagió su adquisición y posterior desaparición.
La segunda narrativa detalla la historia de la investigación de la "ciencia" de la gestión, como la llama Stewart, y que él considera en gran medida un "mito", como evidencia el título del libro.
El autor relata las debilidades, exageraciones y fraudes de muchos de los primeros pioneros.
Hay secciones reveladoras sobre Frederick Winslow Taylor, que puede haber inventado partes clave de su investigación, y sobre Elton Mayo, que descubrió el famoso "efecto Hawthorne" que, según Stewart, fue en gran medida un efecto secundario de un nuevo esquema de compensación.
Este libro me hace parecer una florecilla a la hora de opinar de compañías como McKinsey, o BCG. A MI.
Este libro, obviamente, levanta unas llagas fascinantes en las escuelas de negocio. Como casi todo en esta vida, sobre todo cuando proviene de alguien con inversión emocional, hay que saber quedarse con las cosas rotundas que dice sin filtro y descartar la invectiva.
Es importante, lo mismo que Rumelt hablaba de "good" and "bad" Strategy, que sepamos diferenciar de los escenarios donde el Taylorismo tiene sentido de donde no. Mi problema no es con el Taylorismo, es con el Taylorismo de mierda.
Naturalmente, el éxito de Taylor / Gantt y otros pioneros estaba garantizado: Había un problema, había demanda, y de pronto alguien trae luz y una aproximación "científica", nada menos.
Siempre hay dinero para los reductores de incertidumbre, sean profetas, chamanes, adivinos, quirománticos o consultores estratégicos.
En palabras del propio Matthew: “The simplest answer is that scientific management fulfilled too many hopes and prayers to be ignored merely on account of its logical and factual deficiencies.”
De hecho el hace una conexión fascinante, entre los pioneros del Taylorismo y la planificación quinquenal soviética. En definitiva, a la compra de reducción de incertidumbre.
En sus palabras: “The Soviet five-year planning process—surely the ultimate management challenge—took its inspiration directly from the work of one of Taylor’s most successful disciples, Henry L. Gantt.”
Las peores profesiones son las que contienen la semilla del contradictio in terminis. El periodismo, al hacerse precario dada la crisis de los medios de comunicación, perdió su valor fundamental: La independencia de opinión de los intereses de la empresa que te paga.
El principal problema de la consultoría estratégica es que cobra demasiado dinero por su labor como para poder ser impermeable a la agenda de quien te paga.
Y la ESTRATEGIA ES IMPLACABLE. No permite enjuagues, componendas, apaños, amaños, trileos ni pasteleos. No se puede abordar sin "skin in the game". No la puedes abordar sin poder mirar a los ojos al dueño y cantarle las verdades del barquero.
La gente confunde ser cariñoso con ser efusivo. Y muchas veces piensa que alguien que te come la genitalia te tiene más cariño que alguien que te lee la cartilla. Y por ello, en muchas ocasiones tiene malos despertares.
Por eso creo sinceramente, tres cosas. 1) No se puede abordar estrategia real (good strategy, que diría Rumelt) desde la consultoría estratégica.
2) No se puede abordar estrategia real desde escenarios skin in the game y 3) No se puede abordar estrategia real en compañías grandes, salvo en contadísimas excepciones.
En palabras literales de Matthew: “Small clients, by contrast, are intellectually challenging, enjoyable to work for, and miserably unprofitable.”
Hablamos en su momento de la rara convergencia Taylorismo/Experiencia de usuario en @heavymental_es :
Aunque el taylorismo ha sido ampliamente criticado por convertir a las personas en engranajes en una máquina, el enfoque de Taylor en optimizar la relación entre las personas y sus herramientas ciertamente sugiere algunos principios importantes de UX.
Bueno, espero traer cosas nuevas en esta nueva temporada de los hilos turras, pero hay cosas que no cambian, como el Turra Limit. Y siempre cuando entro en calor. Peeeero, es lo que hay.
El taylorismo bien entendido ha permitido un salto gigantesco en términos evolutivos a la humanidad. Básicamente nos permitió entrar en la era industrial. El problema es que nos ha dejado una serie de taras. Graves.
Nos hemos creído que el taylorismo y la cadena de producción es la única manera de escalar. Y nos hemos empeñado en usarlo en sitios donde no tiene ningún sentido.
Huelga decir que me duele la boca de decir que los tiempos que vienen son terriblemente impredecibles. Beyond VUCA. Así que os podéis imaginar en general, como me tomo las fiípicas de los reductores de incertidumbre y los segurolas.
Los atractores se centran muchísimo en decir que una vez que hemos interiorizado la base de la pirámide de Maslow, el camino a la autorrealización no pasa por persistir en el taylorismo y trascender a su utilidad real.
Una versión más larga , más lenguaraz y con preguntas del público de mi charla sobre el futuro del trabajo. Gracias a mis hamijos de @MensaEspana y sus charlas de La Noche del Conocimiento.
Con lo que me temo que no es un problema mío de que me caiga mal el Taylorismo, es sencillamente que el Zeitgeist le ha puesto la proa. Y a lo que el el Zeitgeist le pone la proa, suele amanecer boca abajo en la piscina, a lo Brian Johnson. #finhilo