Hoy, en otro de esos hilos en un día estúpido a una hora estúpida que tanto le gustan a @jlantunez, Voy a hablar de mi relación con el Design Thinking. El título es “ por que decimos cordero con patatas y no patatas con cordero “ #AbroHilo
El McGuffin es este artículo que me vino vía @Joan_Sarda . Pero el caso real lo llevo arrastrando desde hace mucho tiempo, como el sabe. Y me ha causado muchos encontronazos.
Como la mayoría de vosotros sabéis, yo me dedico, entre otras cosas, a reformular propuestas de valor de negocio que han perdido su vigencia. Y como comentaba en mi hilo anterior, no solemos ser particularmente bien recibidos.
La parte de “ entre otras cosas “ es extremadamente importante, porque una cosa que he constatado es que es imposible postularte como especialista en resolución de problemas complejos sin ser un generalista de amplio espectro.
No un divulgador, sino alguien que domine dos o tres especialidades complejas en profundidad. Ese comodín en el grupo musical que sabe tocar tres o cuatro instrumentos musicales diferentes con solvencia.
Eso que, básicamente, es un requisito para estudiar dirección orquestal. A lo mejor otro día habló sobre orquestación en detalle, pero para los curiosos, éste post para abrir boca.
Volvamos al hilo. Mi punto general es que en la última década nos hemos equivocado poniendo al diseño en el centro de la foto, porque nos hemos creído una narrativa mágica que viene envuelta en otra narrativa mágica: la de la gente de Ideo y la de Apple.
La narrativa mágica de Ideo era que tú podías alterar una propuesta de valor de negocio a través del diseño, y la narrativa mágica de Apple era que realmente lo que les dio éxito fue Ideo y su capacidad de llevar el diseño tecnológico y la Ux a las masas.
Al calor de todo esto y con la legitimación intelectual de la gente de Stanford, nace el Design Thinking. Que ha estado dominando con puño de hierro durante algo más que una década campos en los que debió ser guarnición y no plato fuerte.
Disclaimer: me gustan las patatas, me gustan los timbales, me gusta el cowbell, me gustan los arándanos y en general me gustan toda las cosas que dan color y hacen de las guarniciones y los arreglos una cosa interesante.
El problema es que, volviendo a la metáfora de la música, los productores de ahora saben que usar Protools es una herramienta que ha solucionado casi mágicamente muchos de los problemas históricos relacionados con la producción.
Pero que si no tienes canción, no tienes nada. Y puedes añadirle capas y capas de efectos y capas y capas de producción y samples, y mil cosas más, que si no tienes canción, no tienes nada.
Y que una canción se puede hacer con tres acordes y una guitarra vieja, como Bob Dylan puede atestiguar. Y qué lo que necesita realmente una canción es conectar con un sentimiento no capturado hasta ahora o nuevo y vigente ahora debido al zeitgeist.
La industria del gambling, por ejemplo, que me conozco bien gracias a @ISABELSAEZ2, es un ejemplo claro de ésto.
Lo único que llevan haciendo es hacer muebles cada vez más altos con neones cada vez más brillantes. La propuesta básica de las máquinas slot no ha cambiado en 40 años. La edad media del jugador de slots en Estados Unidos es de 62 años.
A todos los niveles, se ha producido un “aggiornamiento”. Se ha introducido tecnología, se han introducido imágenes e IP espectacular, se ha introducido un completo revamping de la capa exterior. En cuanto rascas un poco, es la canción de siempre. Que empieza a oler.
Tampoco quiero llevar la discusión a la esencia de la existencia del Design Thinking, sino a como se ha implementado y usado como excusa/ariete.
Me pasa lo mismo con Marx, Nietzsche, Agile, Lean Startup, el Cristianismo y el Islam. El ideal perfecto abstracto se suele manchar a la hora de implementarlo.
Hay un concepto en resolución de problemas complejos que es crítico, que es la liminalidad.
La liminalidad viene a ser todo lo que ocurre cuando nos acercamos a una teórica frontera. A mí me gusta aplicarla en muchas circunstancias, pero en particular a cómo se origina la innovación.
Hay varios libros que defienden que la innovación se produce cuando artes lo suficientemente maduros entran en fricción entre ellos y se produce exactamente en las zonas fronterizas, en plena liminalidad.
Mi línea de pensamiento es que Jobs encarnó la fricción liminar entre el diseño y la tecnología, que hasta entonces habían ido completamente separados. Algo parecido ocurre actualmente con gente como Zittrain.
Recordemos, el ingeniero de verdad era Wozniak. El contacto que había tenido Jobs con el diseño y demás era casi de aficionado y esteta. Era necesario crear una fricción liminar.
Acercándonos un poco más, en la creación del iPod, los reproductores MP3 ya existían y los componentes electrónicos necesarios estaban encima de la mesa disponibles para todos.
El problema es que hay muy pocas personas que sean capaces de crear valor en un entorno de liminalidad. La mayor parte de la gente es experto en algún tema determinado y en una trinchera concreta. De hecho, normalmente, sus años le ha costado llegar allí.
Jobs apenas tenía formación académica, pero se manejaba bien en un entorno de ingenieros sin ser ingeniero. El campo era lo suficientemente joven como para no demandar unos requisitos particularmente exigentes. Jobs es producto de su tiempo e irrepetible en otro.
Mi problema histórico con el Design Thinking es que algunos practitioners no han entendido que solo tiene sentido en un entorno de liminalidad y cuando viene acompañado de otra serie de disciplinas.
El autor del artículo se pregunta cuántas diseñadores han estudiado un MBA. Y tiene razón, el problema es que no se da cuenta de que lo que ha empujado a la gente al diseño muchas veces es lo que le ha repelido del MBA.
Y mi problema con el Design Thinking, es que mucha gente no se han dado cuenta de que son un clarinete que necesitan están incrustados en una orquesta mucho más amplia, con un director que se ocupe de muchas más cosas.
Nosotros hemos tenido clientes cuya compañía está completamente tomada por la gente de Design Thinking, por unas circunstancias o por otras.
Y normalmente su aplicación, sus logos, sus procesos de cliente, están perfectamente cuidados, y su propuesta de valor suele ser dudosa. Y su cuenta de resultados lo refleja.
Así que, por ponerle una cosa al hilo, que podía alargar mucho más, me limitaré decir que el cordero es cordero, las patatas son patatas, y la albahaca, albahaca. Y un plato maestro necesita de un cocinero liminal que lo entienda. #finhilo
CODA: Esto de malinterpretar a la gente tampoco es nuevo. He mencionado a Nietzsche, y me recuerda siempre esta maravillosa página de Action philosophers: