En el hilo turras de hoy, vamos a hablar del corto y el largo plazo, de los fracasos como data points y del compound success. Vamos allá.
Éste fin de semana hablo del Coyote y el correcaminos. Del corto y el largo plazo.
Siempre comento que en la génesis de los hilos turra generalmente hay tres fuentes fundamentales: Cosas que me están pasando en el trabajo, macrotendencias/Zeitgeist que se avecinan y conceptos que me llaman la atención. Hoy tenemos un claro caso tres.
Antes de nada, un vistazo a éste hilo que me sirvió completamente de inspiración:
1/ There are some formulas so specific that any deviation is unheard of. Detective fiction for example has hardly changed since Poe's 1841 story "Murder in the Rue Morgue" However on a rare occasions something totally breaks the ethos of its genre . Coyote and Roadrunner
No voy a entrar en los paralelismos Randianos con el Coyote porque le daría un flus a alguno de los lectores de solapas de la ínclita, aunque son MARABIYOSOS.
7/ He is a Promethean character, a pure inventor. Stuck out in the midst of the desert he builds wonders out of not but his own mind, in the barest of settings he creates and enacts entirely new scenarios and possibilities out of his own will
En otro hilo turras planteé otro ángulo de abordaje a la discusión sobre todo este tipo de escenarios, particulamente saber cuando insistir y cuando tirar la toalla.
En el hilo turras de hoy, hablaré al hilo de un par de tweets que lancé ayer, sobre algo que considero fundamental: Saber cuando tirar la toalla y cuando apretar los dientes. https://twitter.com/Recuenco/status/1408362700544135170?s=20…
Hoy quiero hablar de entender cuando estás trabajando de manera simultánea en un objetivo a largo plazo y por el camino atiendes side quests sin trascendencia aparente, como hacerlos coexistir y entender a que principios subyacentes responden.
No hay nada como la sensación de ser reconocido por alguien a quien admiras: la validación que obtienes al saber que alguien a quien respetas también te respeta a ti.
Imagino que así se sintió Tom Toro cuando, el día de su 28 cumpleaños, se sentó ante el ordenador de su madre y encontró un correo electrónico de The New Yorker con el asunto "Cartoon sold". Lo había conseguido.
Tom consiguió que su primera viñeta apareciera en una publicación importante. No sé lo que hizo esa noche, pero teniendo en cuenta que era su cumpleaños, espero que lo celebrara.
Hoy, Tom dibuja regularmente para The New Yorker y otras publicaciones. A ojos de los artistas en apuros de todo el mundo, Tom "lo ha conseguido".
Pero, ¿antes de esa carta de aceptación? Rechazos. 609, para ser exactos.
Durante más de un año, Toro dibujó una viñeta cada día y la envió para que la revista la tuviera en cuenta. Lo hacía desde la mesa de la cocina de casa de sus padres. Vivía allí, no tenía adónde ir después de abandonar la escuela de cine con una montaña de deudas.
Imagínate en el lugar de Tom: cambiando por completo tu trayectoria vital, pasando por episodios de depresión extrema y con las facturas acumulándose tan rápido como las cartas de rechazo de las personas que tenían su futuro en sus manos.
La mayoría de nosotros no tendríamos estómago para ello. A medida que se acumulaban los fracasos, uno empezaría a preguntarse: "¿Debería dedicarme a esto?". Y lo más probable es que decidieras rotundamente "no" y pasaras al plan alternativo (si es que tenías uno).
Pero Tom perseveró. A pesar de los cientos de cartas de rechazo que le decían: "Quizá deberías reconsiderar esta carrera", siguió adelante.
Siguió adelante porque sabía algo sobre el fracaso de lo que muchos nunca se dan cuenta: sólo tenía que conseguir un sí para borrar todos los noes y conseguir ese sí estaba completamente bajo su control si analizaba cuidadosamente cada fracaso.
Tom sabía que cuando tienes talento, el éxito era una mentalidad. Un sistema. Una mecánica. El orden lógico de las cosas.
Si me dijeras que quieres ser médico y yo te dijera que no puedes, ¿te rendirías o seguirías intentándolo? La respuesta, curiosamente, no es ni una cosa ni la otra.
La acción que elijas -seguir adelante o abandonar- depende menos de que yo te diga que no puedes ser médico y más del motivo.
Lo que los estudios sobre motivación, perseverancia y rendimiento parecen demostrar una y otra vez es que la forma de recuperarse del fracaso depende de la razón por la que se fracasó. ¿Fue culpa tuya o estuvo completamente fuera de tu control?
Podrías pensar que es lo primero lo que te frenaría en seco pero, en realidad, es lo contrario. Cuando atribuyes los fracasos que experimentas a razones ajenas a tu control, acabas rindiendo peor hasta que empiezas a creer que no hay forma de tener éxito. Entonces, te rindes.
Si la historia de Tom Toro nos dice que el éxito es el resultado de adoptar la mentalidad correcta, entonces tiene sentido que lo contrario también sea cierto: el fracaso es el resultado de adoptar la mentalidad equivocada.
Pero, ¿qué pasaría si asumieras la responsabilidad de cada uno de tus fracasos -incluso cuando no fueran culpa tuya- y los vieras como una oportunidad para mejorar?
Nuestros primeros clientes donde aplicamos nuestra metodología CPS desde Singular Solving fueron completos fracasos.
Teníamos un montón de herramientas y know how diferencial. De hecho hicimos un trabajo en muchas áreas excelente. Pero la calidad de una orquesta se mide por el peor músico de ella. Dejamos demasiados flecos sueltos.
Por ejemplo, aprendimos la regla de que vas con la caja de herramientas y el diván. Y si hay que elegir, diván.
Yo siempre digo que cuando entro en una compañía llevo bajo el brazo izquierdo una caja de herramientas y bajo el brazo derecho un diván.
Entendimos que en nuestro oficio nunca es bueno pastelear y mantecosear . Que no tienes la relación de los proveedores de servicios profesionales ni tienes por qué complacer. Que tienes que ir siempre con la verdad por delante y gestionar muchos momentos incómodos.
Entendimos que alguien que busca un proyecto llave en mano no es nuestro cliente.
B) Sin asumir que hay un cierto grado de incertidumbre, no se puede hacer CPS. Para hacer proyectos llave en mano y empapelar habitaciones ya hay muchos profesionales. Tantos metros cuadrados, tantos rollos, tantos botes de cola, tantas horas.
Entendimos que hay gente que no gestiona la realidad, por más evidencias que les pongas delante. Momento tupperware absoluto.
Si estás mirando desde fuera y no entiendes la lógica de como se está actuando, la emoción está en alguna parte riéndose de ti. No vas a poder con ella armado con tus datos, tu espada de la razón y tu escudo de la lógica.
Entendimos que si no podemos estar a una distancia próxima de nuestro cliente, lo que tejamos por la mañana alguien lo destejerá por la noche, rollo Penélope.
El dean de Berkeley al que una vez le presenté una startup mía y que además era el brazo armado del VC de Monitor me dijo "Javier, cuando pueda ir en bicicleta a tu negocio, no dudes en llamarme". Lo entendí perfectamente.
Nuestro dibujante, Tom, tuvo éxito en su lucha por iniciar una nueva carrera -a pesar de los cientos de rechazos- por dos razones:
Una: Utilizó cada rechazo como una oportunidad para mejorar.
En lugar de pensar que no era lo bastante bueno o que nadie entendía su humor, Tom se tomó cada rechazo como un reto para perfeccionar su oficio.
En un momento dado, incluso voló a Nueva York para reunirse con el editor de viñetas de The New Yorker y recibir su opinión cara a cara.
Dos: Se dio cuenta de que el éxito era exponencial. Compound Success.
Tom sabía que una vez que tuviera su primera oportunidad, vendrían más. Ser aceptado una vez en 610 intentos no significa que esa proporción vaya a continuar. Cada éxito acorta el tiempo entre éste y el siguiente.
La madre que me matriculó en Procesamiento en Paralelo. Turra limit shock. A casa que llueve. Paraguas en la puerta.
Cuando el objetivo, por más lejano que lo veas, está claro, y el fracaso se convierte en dato, el éxito es inevitable.
De lo único que te tienes que preocupar es de entender que tienes un sistema, no tomártelo de manera personal, y asegurar que te mantienes vivo hasta entonces.
La gente realmente exitosa es capaz de entender que normalmente, si ha trazado una estrategia para crear algo valioso a largo plazo, no va a ser capaz de vivir de ese largo plazo hasta que no cristalice.
Lo que abre la mente al hecho de que no te estás prostituyendo haciendo cosas que no son tu objetivo a largo, sino que estás financiando tu objetivo a largo. Si estás muerto no tienes más oportunidades.
No tiene importancia si vives en casa de tus padres, te alimentas de pipas, atiendes mesas o haces películas alimenticias si tienes claro EL PLAN.
Los fracasos, una vez que te sacudes de encima la sensacion de derrota y pones mercromina en los rasponazos en tu ego, son auténticas bendiciones para entender que funciona y que no, quien es tu cliente y quien no.
Te enseñan que si tienes una propuesta diferencial, más que llamar a puertas random lo que tienes que hacer es encontrar tu comunidad y entender como poder escalarla en capacidad de influencia y tamaño.
El auténtico problema del Coyote, que lo tiene todo para triunfar (Es creativo, es persistente, debe de tener recursos o ser accionista de ACME...), es que no aprende. #Finhilo
P.D. I: La historia de Tom Toro:
P.D. II: Sobre los efectos del fallo en las sucesivas iteraciones:
P.D. III: “Losers have goals. Winners have systems.”